miércoles, 27 de agosto de 2008

Mi tristeza es como un rosal florido

Mi tristeza es como un rosal florido.
Si helado cierzo o ráfaga ardorosa
lo sacuden, el pétalo caído se trueca en savia y se convierte en rosa…
Mi tristeza es como un rosal florido.

En mi dulce penumbra sin ruido,
la propia vida con mi llanto riego,
y las horas dolientes que he vivido,
impregnan de perfume mi sosiego…
Mi tristeza es como un rosal florido.

Tú que colgaste en mi dolor tu nido,
sabes que a cada mal brota una yema
y revienta un botón a cada olvido.
¡Perenne floración y eterno emblema!
Mi tristeza es como un rosal florido.





Enrique González Martínez

Madrigal de la muerte

Tu no fuiste una flor, porque tu cuerpo era
todas las flores juntas en una primavera.
Rojo y fresco clavel fueron tus labios rojos,
azules nomeolvides aquellos claros ojos,
y con venas y tez de lirio y de azucena
aquella frente pura, aquella frente buena
y, cómo respondía a todo ruborosa,
tomaron sus mejillas el color de rosa.
Hoy, que bajo el ciprés cercano de laureles
rosas y nomeolvides, y lirios y claveles
brotando de la tierra confunden tus colores,
parece que tu cuerpo nos lo devuelve en flores.



Francisco A. de Icaza

Goza con lo que tienes


Para mi corazón

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.


Pablo Neruda

Escrito con tinta verde

La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follaje donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.

Deja que mis palabras, oh blanca,
desciendan
y te cubran como una lluvia de hojas a un
campo de nieve, como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.

Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.

Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira el cielo y su verde tatuaje de estrellas.




Octavio Paz

El reloj marca las 8:15 (Ciencia ficción)


Fernando Briseño Martínez






Ilustraciones Luis Montiel




Ocho y cuarto. Belisario va de camino al trabajo, como siempre a esa hora. La vida no es fácil para él: siempre son tres horas de camino y, por si fuera poco, en transporte público. Los malos olores, la gente descortés, la aglomeración, el ruido. Pero lo peor son las tres horas que hay que soportar todo eso. Así, con los años, poco a poco va mermando su casi inquebrantable paciencia. Sin embargo, últimamente ha tenido razones más que suficientes para aprender a tener paciencia.

Si pudiéramos verlo notaríamos que va incómodo, algo inclinado, aferrándose al tubo más cercano con una mano tensa y con la otra sujetando los folios de un largo texto. “La novela más maravillosa jamás escrita”, dirían algunos. “Destinada a ser un clásico”, dirían otros. Y sí: desde las aventuras de Odiseo, pocos relatos han sido capaces de inflamar los corazones de los lectores con peripecias, vueltas del destino y sufrimiento del héroe hasta esta novela, manuscrita apenas, pero definitivamente aprobada para su impresión y comercialización, o eso dice la carta que lleva Belisario en el bolsillo.

Un antebrazo—ya con algunas manchas—y la piel floja de quien tiene más experiencia que voluntad, nos deja ver un reloj fino, bañado en oro, con manecillas azules, que dicen exactamente lo mismo que el reloj digital que está suspendido en la pared: ocho y cuarto. Él va con la boca cerrada, en un silencio propio de quienes viajan solos en el transporte. Pero hay algo anormal en el silencio.



Una gabardina lo cubre casi totalmente, dejándonos ver sólo un par de zapatos bien boleados y unos calcetines viejos, elegidos de esa manera tal vez por la prisa de llegar al trabajo, o por la alegría que le provocó aquella carta de su editor que podría apreciarse en el bolsillo de su gabardina. Ocho y cuarto. Los bordes de los pantalones también se dejan ver, bien planchados. Un cómico y anacrónico sombrero lo corona, y nos sugiere que no es del mismo lugar que nosotros, además de evitar que nos contagiemos de la solemnidad que nos habría transmitido el glacial silencio de su propietario de no haber llevado éste tan chusco sombrero.

Un semblante que refleja dureza, una mirada con un dejo de sorpresa…una pipa que se tambalea en los labios, a punto de caerse, todavía con las sobras de tabaco que pacientemente colocó la noche anterior. Sus mejillas se ven limpias, resultado de un rasurado perfecto, pero su pelo algo encanecido parece volar un poco, como si el viento lo moviera. Ocho y cuarto.

¿En qué piensa? En este instante es incapaz de creer que sucede lo que vive, aunque tiene muy en cuenta dos elementos: la luz roja, el hecho de que son las ocho y cuarto, con veinticinco centésimas de segundo, para ser exactos. Él está en un cuarto de piso pulido y con trama de soles, astronaves y estrellas, una lámpara que emite una pálida luz verde (le recuerda su casa de niño, siempre estaba llena de plantas). La ventana está cerrada y oculta detrás de una cortina de metal brillante. Lástima, por esta zona hay una bonita vista.

Las personas que comparten el transporte con él también tienen posturas incómodas y la sorpresa es el denominador común en sus expresiones. Algunos miran hacia arriba, otros hacia la ventana que no deja ver nada y tal vez por eso no es una ventana, pero uno ya lleva una lágrima en la mejilla. Todos en silencio. Todos preocupados.


Además de la lámpara, el reloj y el foco rojo, hay algo que brilla cerca de él. Es una pantalla que muestra la imagen de la Vía Láctea y una línea atravesándola. También tiene algo que parece una señal de emergencia. Quizás por eso están preocupados todos los pasajeros.

Aunque tal vez la preocupación verdadera de Belisario es que está a veinte centímetros del suelo, lo que significa que ha habido una falla en la gravedad artificial de su nave tras el último salto antes de llegar al planeta donde él trabaja...y es posible que le preocupe aún más el hecho de que ese reloj diga que son las ocho y cuarto. Las ocho y cuarto del 6 de diciembre de 2170.

Que el reloj indique la hora de un día a siglos de distancia de nosotros no es el problema, pero sí lo es que haya marcado la misma durante los últimos millones de años. O que él lleve el mismo tiempo cayendo al suelo. Ahora comprendemos su soledad cósmica: millones de años han pasado desde que murieron sus familiares, millones desde que desapareció la humanidad, desde que nuestro Sol consumió su hidrógeno. Incluso desde que existió una conciencia en el universo. Tan alejado de todo, incluso del tiempo. Un instante dura toda la eternidad.

Ahora sabemos que lo preocupante, lo pavorosamente perturbador, es que lo que hay detrás de esa ventana es algo que ningún ser humano podría presenciar, pues nos es vedado ver el indescriptible paisaje de un hoyo negro.

Si pudiéramos estar ahí, contemplándolos, nos preguntaríamos si son conscientes de todo el tiempo que ha pasado, si se han vuelto locos por esto, o si lograron resignarse a contemplar la misma cabina desde la misma posición mientras la historia se convertía en verdaderamente universal, se formaban y caían imperios galácticos y las corrientes de la historia se avivaban, avanzaban, retrocedían, pero, como todo, al final del tiempo. O tal vez apenas han pasado dos segundos para Belisario y los otros.

Briseño Martínez Fernando. “El reloj marca las 8:15”. Revista ¿Cómo ves?, año 8, no. 85, diciembre 2005, pp. 32-33.

NOTA: Cuento ganador del concurso “Cuentos de Ciencia Ficción, Año Internacional de la Física 2005” en la categoría de jóvenes escritores. Este concurso fue organizado por la UNAM.

lunes, 18 de agosto de 2008

Como agua para chocolate

Título: Como agua para chocolate
Autor: Laura Esquivel
Año: 1990
Editorial: Planeta Mexicana
País: México
Páginas: 244

Resumen: Con la singular frase escrita en la primera página: “A la mesa y a la cama solo una vez se llama” empieza a narrarse la pasión que puede provocar la combinación de la comida con el amor; aquí se aplica perfecto también la frase: “Al hombre se le conquista por el estomago”.

Fragmento favorito: A pesar del tiempo transcurrido, ella podía recordar perfectamente los sonidos, los olores, el roce de su vestido nuevo sobre el piso recién encerado; la mirada de Pedro sobre sus hombros… ¡Esa mirada! Ella caminaba hacia la mesa llevando una charola con dulces de yemas de huevo cuando la sintió, ardiente, quemándole la piel. Giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Pedro. En ese momento comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo. Era tan real la sensación de calor que invadía todo su cuerpo que ante el temor de que, como a un buñuelo, le empezaran a brotar burbujas por todo el cuerpo—la cara, el vientre, el corazón, los senos—Tita no pudo sostenerle esa mirada y bajando la vista cruzó rápidamente el salón hasta el extremo opuesto…

Comentario: Quienes ya vieron la adaptación al cine de esta obra, notaron que es casi idéntica al texto del libro, no se perdió ni un pequeño detalle que le restara “sabor” a esta bella historia de amor, y es que la misma autora de la novela fue la encargada de adaptar el guión de su propia obra. Es una novela cursi para muchos y subliminal para otros.

Novela guerrerense

Título: Boquerón
Autor: Fernando Jiménez Medina
Año: 2006
Editorial: Universidad Autónoma de Guerrero y Quadrivium editores
País: México
Páginas: 109

Resumen: A través de Boquerón, desde las montañas guerrerenses, Fernando Jiménez narra una historia de amor; en ella se mezcla el paisaje tradicional con la riqueza cultural característica del estado de Guerrero. En esta novela se narra el romance entre un maestro rural y la hija del comisario municipal, separados por las clases sociales a las que pertenecen; además prevalecen las costumbres machistas y racistas de las que son propias la mayoría de la provincia mexicana.

Comentario: Es una alegría poder contar con libros como este, ya que nos demuestran que Guerrero puede aportar escritores capaces de regalarnos excelentes obras de la literatura; otro punto a su favor, es que habla precisamente de Huamuxtitlán, el lugar donde se lleva a cabo esta historia, aunque claro, la realidad de los acontecimientos se funde con la fantasía agregada por el autor. Creo que mi parte favorita es cuando en plena fiesta del Barrio del Rosario (principios de octubre), en un jaripeo, el temible toro “El Matrero” enloquece al tratar de ser montado, corneando a la concurrencia, causa un gran destrozo, trata de liberarse del incauto jinete que lleva en el lomo, con notable esfuerzo lo logra hacer, al ensartarlo justo en el corazón en la puntiaguda rama de un zazanaco, muriendo al instante. La furia del animal no termina ahí, llega a la iglesia de la Virgen de la Asunción y destroza tres santos y un candelabro de cirios encendidos que incendia el recinto dejando el edificio semidestruido…lo demás tendrán que descubrirlo ustedes mismos.


Como no tengo otra forma de encontrarlo aunque sea por este medio quiero agradecer su ayuda, el pasado 15 de diciembre de 2016 tuve el gusto de conocerlo en la prepa 1, iba con un grupo de maestros, entre ellos mi papá y el profr. Indalesio, todavía no se soluciona por completo el problema pero al menos nos dieron otras opciones que se verán regresando de vacaciones, felices fiestas y gracias.

domingo, 17 de agosto de 2008

Novela japonesa

Título: Kitchen
Autor: Banana Yoshimoto
Año: 1991
Editorial: Ediciones Tusquets
Colección: Andanzas
País: España
Páginas: 206

Resumen: Mikage Sakurai queda absolutamente sola cuando se le muere su abuela, ella se refugia en la cocina, pues sólo ahí se siente a salvo; pocos días después conoce a Yūichi, un chico simpático que le sugiere irse a vivir con él y su madre Eriko a su departamento que está justo enfrente de donde vive. Solo que su madre, a pesar de ser hermosa y acogedora, en realidad no es una mujer, es un hombre que pasó a ser mujer cuando la verdadera madre de Yūichi perdió la vida. Esta historia se desarrolla entre ordenadores, electrodomésticos y sobre todo alimentos y guisos orientales.

Comentario: Para quienes están familiarizados con la cocina oriental, no les será difícil que se les antoje saborear todos los platillos que aquí se mencionan; para quienes como yo, hemos probado solamente el sushi, tendremos que conformarnos con imaginarse el sabor. A mi parecer, esta novela es algo “floja”, siento que le faltó algo; aún así está bien lograda la idea central de mostrarnos cómo la gente de un país globalizado, cae irremediablemente en la soledad.

El maravilloso mundo de Ray Bradbury

Título: Crónicas marcianas
Autor: Ray Bradbury
Año: 1984
Editorial: Minotauro
País: Argentina
Páginas: 244

Resumen: Los avances científicos y tecnológicos, hacen de la Tierra, un lugar con mayores comodidades; pero esta es una arma de doble filo, los precios que debemos pagar son más altos que los beneficios que nos proporciona; contaminación ambiental y guerras son muestras de cuánto podemos destruirnos entre nosotros y todo lo que nos rodea. Muchas personas reflexionan sobre esto y deciden volver a empezar en otro lado, lejos de los problemas de la Tierra, buscar otro planeta habitable, Marte es el planeta perfecto. El libro en sí, nos muestra una serie de capítulos sobre diferentes personas que buscan una nueva oportunidad de vida, cómo se empieza a poblar un planeta aparentemente extinto, sin vida. La gente que llega a Marte, no quiere lidiar con las leyes o protocolos de la Tierra, porque provocaría el mismo caos del que escaparon.

Fragmento favorito: Todo el capítulo de "Vendrán lluvias suaves".

Comentario: Es mi libro de ciencia ficción favorito; lo podrás notar en la imagen escaneada de la portada que te muestro, está algo blanquizca a los lados y en la parte inferior se doblo un poco, debido a tanto que lo leo. Bueno, hablando del autor; Ray Bradbury nos fascina con sus narraciones fantásticas, casi poéticas, no en balde es uno de los mejores escritores sobre este género literario; mediante este viaje de ensueño, hace una crítica a la sociedad misma en la que vivimos; nos hace pensar que los seres humanos, donde quiera que vayamos, causaremos algún mal, que un planeta entero no nos es suficiente; en cierta manera tiene razón, llevamos un ritmo de vida tan acelerado, que nos es difícil cambiarlo, necesitamos todos los nuevos inventos que se han creado y a veces, queremos más y más; habrá un momento en que nuestro planeta no pueda ya albergarnos, y al igual que nuestro sistema inmunológico, para seguir subsistiendo, buscará la manera de eliminarnos; esto es solo un dicho, porque nosotros mismos hemos causado este catástrofe, más bien, nos dará la estocada final. No estoy exagerando, por desgracia estamos siguiendo este camino.


Título: De la ceniza volverás
Autor: Ray Bradbury
Año: 2002. Primera edición
Editorial: Minotauro
País: Barcelona
Páginas: 197


Resumen: La casa habitada por la familia Elliott, es el refugio para muchos fantasmas que se debilitan porque la gente ya no cree en ellos. Timothy, es un niño mortal, el bebé que adoptó la Dama Oscura y su esposo; alguien lo dejó en la puerta de la casa, con el Usher de Poe como almohada y un volumen de Shakespeare en los pies y con una nota pinchada en la bata: HISTORIADOR El habitante más pequeño de la casa, de solo diez años de edad, no solo tendrá la tarea de escribir sobre su rara y nueva familia, también será testigo de la desaparición de la misma. Por momentos lírica, punzante y estremecedora, "De la ceniza volverás" es la novela que Ray Bradbury escribió a lo largo de más de cincuenta años, a partir de sus primeros cuentos sobre la familia Elliot. Un libro de fantasía deslumbrante y lleno de humor que figurará entre sus obras maestras.


Fragmento favorito: Cecy voló por el aire, sobre los valles, bajo las estrellas, por encima de un río, de una laguna, de un camino. Voló invisible como los vientos del otoño, fresca como el aliento del trébol que crece en los campos a la luz de las estrellas. Se elevó en bandadas de palomas tan suaves y blancas como el armiño, se detuvo en los árboles y vivió en las hojas, que cayeron en tonos de fuego cuando sopló la brisa. Se posó sobre una rana verde lima, fresca como la menta, junto a un charco iluminado. Trotó en un perro lleno de abrojos y ladró para oír el eco en las paredes de distantes graneros. Vivió en fantasmas de dientes de león o en brumas fragantes y claras que se alzaban de la tierra olorosa.
Adiós al verano, pensó Cecy. Esta noche estaré en todas las cosas vivas del mundo.
Entonces habitó los esbeltos grillos de los caminos cubiertos de brea y más tarde se salpicó de rocío sobre un portón de hierro.
—Amor—dijo. ¿¡Dónde está mi amor!?

Lo había dicho en la cena. Y sus padres se habían quedado rígidos en su silla.

— Paciencia—le aconsejaron—. Recuerda que eres extraordinaria. Toda la familia es rara y extraordinaria. No debemos casarnos con la gente común. Si hiciéramos eso, perderíamos nuestra alma oscura. No querrás perder la capacidad de viajar a tu albedrío, ¿verdad? Entonces, ten cuidado. ¡Cuidado!

Pero, en su dormitorio del desván, Cecy se había puesto perfume y se había tendido, temblorosa e inquieta, en su cama con dosel, mientras una luna del color de la rosa blanca se elevaba sobre el campo de Illinois, convirtiendo en crema los ríos y en platino los caminos.
— Sí—suspiró—. Pertenezco a una familia rara y por las noches vuelo como los murciélagos negros. Puedo vivir en cualquier sitio: en un guijarro, un azafrán o una mantis religiosa. ¡Ahora!

El viento la llevó sobre los campos y los pastizales.

Vio las cálidas luces de las pequeñas casas de campo y las granjas, que brillaban con colores crepusculares.

Si no puedo enamorarme porque soy rara, pensó, ¡entonces me enamoraré a través de otra persona!

En el patio de una granja, en la noche fresca, una chica de pelo oscuro, de no más de diecinueve años, sacaba agua de un profundo pozo de piedra, cantando.

Cecy cayó, hoja muerta, en el pozo. Se quedó tendida en el tierno musgo del fondo, mirando hacia arriba en la fresca oscuridad. Luego se agitó en una ameba invisible. ¡Luego, en una gota de agua! Por fin, sintió que, en un jarro frío, la chica se la llevaba a los labios cálidos. Mientras ella bebía, se oyó un suave sonido nocturno.

Cecy miró afuera desde los ojos de la joven.

Había entrado en la oscura cabeza, y a través de los ojos brillantes veía las manos que tiraban de la tosca soga. A través de los oídos, oía el mundo de la joven. A través de la delicada nariz, olía su universo particular y sentía que este corazón especial latía, latía. Sentía que la lengua extraña se movía cantando.

Comentario: Este libro está lleno de magia, aventuras, suspenso y humor; a pesar de los años, Bradbury no pierde esa frescura en sus historias, sin duda, está entre los mejores escritores de ciencia ficción que he leído.
Aunque el autor habla de que la gente ya no cree en fantasmas, espíritus o en monstruos; la idea de su fin es imposible de creer, sería como dejar de festejar Halloween o el día de muertos, tradición prehispánica tan nuestra, tan mexicana. Los del más allá son también del más acá, son parte esencial de una cultura, como olvidar a la leyenda de la llorona que perdió a sus hijos o la sirena de la laguna de aquí (Huamuxtitlán) que llama a los hombres para que se la lleven, pero no tienen que voltear hacia atrás porque son “tragados” por el agua de dicha laguna.
Afortunadamente, existen obras maestras como ésta, que no dejarán que el polvo del olvido arrastre con ellos.

viernes, 15 de agosto de 2008

Vampiros

Título: Historias clásicas de vampiros y vampiras
Autor: Editores Mexicanos Unidos
Año: 2003
Editorial: Editores Mexicanos Unidos
Colección: Serie terror
País: México
Páginas: 155

Resumen: Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha sentido fascinación por lo extraño y desconocido; por las leyendas de aquellos seres nocturnos, bebedores de sangre, las almas errantes, los de la “vida” eterna. Este libro reúne extraordinarias historias sobre estos emblemáticos personajes de la noche; donde escritores de la talla de Dumas, Goethe, entre otros, narran el romanticismo de vampiros clásicos, generalmente miembros de la realeza, por lo que podrían considerarse como “asesinos con clase”, ya que a sus víctimas antes de beberles la sangre; las seducen, conquistan y luego…las matan. Perversos, calculadores, ágiles, son sólo algunas de las cualidades que los caracterizan.

Comentario: A mi parecer, un vampiro se asemeja más a un felino que a un murciélago; los felinos son elegantes, educados, bellos, juegan con su comida (sus presas) antes de devorarla, además son nocturnos… mientras que los murciélagos sólo son esto último. Los misteriosos seres de la noche también tienen su lado romántico, y este libro es solo uno que prueba esto. ¿Por qué resistirse a los encantos de un apuesto y educado hombre que te ofrece la vida eterna?



Título: Drácula
Autor: Bram Stoker
Año: 2005
Editorial: Televisa, Cordillera y Dorling Kindersley
Colección: Series Clásicos juveniles
País: México
Páginas: 64

Resumen: Jonathan Harker (uno de los personajes principales) viaja por motivos de trabajo al castillo del Conde Drácula, ubicado en Transilvania; más no sabe todo lo que le espera en ese tétrico lugar.

Comentario: Esta es una moderna adaptación de un clásico de la literatura universal; de manera clara y concisa, se relata la historia del vampiro más famoso del mundo. Mediante el uso de fotografías, dibujos y datos curiosos nos adentramos al mito más impresionante que se haya escrito, que aunque se publicó hace ya un siglo, sigue causando conmoción en quien lo lee; por ejemplo, los más aficionados buscan el castillo en el que vivió, esto es solo una muestra de lo que provoca una leyenda de tal magnitud; por todo lo que representa, este relato no morirá jamás.

Aventuras marinas

Título: 20 000 leguas de viaje submarino
Autor: Julio Verne
Año: 2005
Editorial: Televisa, Cordillera y Dorling Kindersley
País: México
Colección: Series Clásicos juveniles
Páginas: 64

Resumen: El profesor Aronnax, Consejo y Ned Land se embarcan en el majestuoso submarino del capitán Nemo, llamado Nautilus, jamás se imaginarán que están a punto de emprender el más fantástico viaje de sus vidas.

Comentario: Excelente adaptación de un clásico de la literatura de ciencia ficción, con un lenguaje claro y detallado, además cuanta con ilustraciones a color, fotografías, datos históricos, un corte transversal del Nautilus y un mapa detallado de la travesía; nos invita a conocer el asombroso mundo submarino. ¡Buen viaje!

Mar

¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.



José Gorostiza

Música oculta

Como el bosque tiene
tanta flor oculta,
parece olorosa
la luz de la luna.

Como el cielo tiene
tanta estrella oculta,
parece mirarnos
la noche de luna.

¡Como el alma tiene
su música oculta,
parece que el alma
canta con la luna!...



Jaime Torres Bodet

No desistas

Cuando vayan
mal las cosas
como a veces suelen ir;
cuando ofrezca tu camino
sólo cuestas que subir;
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar;
y precises sonreír
aún teniendo que llorar;
cuando ya
el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir;
descansar acaso debes;
¡Pero nunca desistir!


Rudyard Kipling

Idea

El alma es igual que el aire.
Con la luz se hace invisible,
perdiendo su honda negrura.
Sólo en las profundas noches
son visibles alma y aire.
¡Sólo en las noches profundas!
¡Que se ennegrezca tu alma,
pues quieren verla mis ojos!
Oscurece tu alma pura.
Déjame que sea tu noche,
que enturbie tu transparencia.
¡Déjame ver tu hermosura!

Manuel Altolaguirre

El silencio

Por tus manos indolentes
mi caballo se desflora…
Sufro vértigos ardientes
por las dos tazas de moka
de tus pupilas calientes…
¡Me vuelvo peor que loca
por la crema de tus dientes
en las fresas de tu boca!...
En llamas me despedazo
por engarzarme en tu brazo;
y me calcina el delirio
cuando me yergo en tu vida,
toda de blanco vestida,
¡toda sahumada de lirio …!

Delmira Agustini

Reto

Si porque a tus plantas ruedo
como un ilota rendido,
y una mirada te pido
con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
extático de emoción,
piensas que mi corazón
se va en mi pecho a romper
y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión;
¡te equivocas, te equivocas!
Fresco y fragante capullo,
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.

Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.

Y entonces cuando rendida
ofrezcas toda tu vida,
perdón pidiendo a mis pies,
como mi cólera es
infinita en sus excesos,
¿sabes tú lo que yo haría en esos
momentos de indignación?
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!...



Julio Florez

Tú no sabes amar

Tú no sabes amar. ¿Acaso intentas
darme calor con tu mirada triste?
El amor nada vale sin tormentas,
sin tempestades el amor no existe.
¿Y con esa frialdad dices me amas?
No, no es amor lo que hacía mi te mueve,
el amor es un sol hecho de llamas
y en los soles jamás cuaja la nieve.
El amor es volcán, es rayo, es lumbre,
y debe ser devorador, inmenso;
debe ser huracán, debe ser cumbre,
debe alzarse hasta Dios como el incienso.
Pero tú, juzgar que el amor es frío,
que ha de vivir en corazones yertos;
con tu anémico amor, anda, bien mío,
anda al osario a enamorar los muertos.



Julio Florez

Vendrán lluvias suaves


Crónicas marcianas/Ray Bradbury/Minotauro/1984/pp. 230.


Vendrán lluvias suaves y olores de la tierra, y golondrinas que girarán con resplandeciente sonido, y ranas que en los estanques cantarán durante la noche, y ciruelos de tembloroso blanco, y petirrojos que vestirán plumas de fuego y silbarán sus canciones en los alambres de las cercas; y nadie sabrá que hay guerra, nadie se preocupará del fin de la guerra. A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles, si la humanidad se destruye totalmente; y la misma primavera, al despertarse al amanecer, apenas sabrá que hemos desaparecido.

Sara Teasdale




Jamás la olvidaré



Ray Bradbury

Era una pareja extraordinaria, atrapa en un mundo ordinario, donde los convencionalismos sociales importan más que el encuentro de dos almas gemelas.




Cuando Ann Taylor llegó a trabajar a la escuela de Green Town, el verano en que cumplía veinticuatro años, Bob Spaulding iba a cumplir catorce. Era una de esas maestras a la que todos los niños deseaban llevarle de regalo naranjas enormes o flores rosadas. La veían siempre pasar por la calle los días en que la sombra era verde bajo los túneles que formaban las frondas de los robles y los olmos. Como esos lozanos duraznos del estío entre las nieves del invierno, y como la leche fresca para el cereal del desayuno en una cálida mañana de principios de junio. Y los raros días del año en que el clima estaba en perfecto equilibrio, tan serenos cual hoja atrapada entre leves vientos que soplan con benevolencia, eran días como Ann Taylor, y en el calendario debieron haberse llamado como ella.

Bob Spaulding, por su parte, era el muchacho solitario que paseaba por el pueblo en cualquier atardecer de octubre, seguido por un remolino de hojas, tal como una horda de ratones de otoño. O se le podía ver, como un lento pez blanco, en las revueltas aguas oscuras del riachuelo, u oír su voz en aquellas copas de los árboles donde el viento dialogaba con las frondas, y allí acudía, solo, a contemplar el mundo.

Aquella primera mañana que la señorita Ann Taylor entró y escribió su propio nombre en el pizarrón, el aula pareció inundarse de luz, de pronto, como si le hubiesen quitado el techo. Bob escondía en la mano una pelota de papel con intención de arrojarla, pero la dejó caer al piso. Terminada la clase, Bob Spaulding consiguió un cubo de agua y un trapo, y empezó a lavar el pizarrón.

— ¿Qué haces?—le preguntó la maestra, levantando la vista desde su escritorio, donde estaba corrigiendo unos ejercicios de gramática.
— El pizarrón está un poco sucio. Supongo que debí pedirle permiso-musitó el chico, sin acertar a completar la frase.
— Bueno, supongamos que lo pediste—contestó Ann, sonriendo, y mientras ella sonreía, el muchacho terminó a toda velocidad la limpieza del pizarrón e hizo chocar entre sí los borradores tan furiosamente, que el aire pareció de pronto llenarse de nieve.

A la mañana siguiente, Bob apareció por casualidad frente al lugar en que se alojaba la maestra, en el momento en que salía rumbo a la escuela.

— Pues…¡Hola!, aquí estoy—fue el saludo del adolescente.
— ¿Sabes qué? No me sorprende verte.
— ¿Puedo llevarle sus libros?
— Sí, gracias, Bob.

Caminaron juntos unos cuantos minutos. Ella vio de reojo lo tranquilo que él se mostraba, lo feliz que parecía. Al llegar a las inmediaciones de la escuela, Bob propuso:

— Más vale que la deje aquí. Los muchachos no lo entenderían.
— Bueno…creo que yo tampoco lo entiendo—respondió la señorita Taylor.
— ¡Vaya, somos amigos!—agregó Bob, muy serio, como si fuera lo más natural del mundo.

La maestra empezó a decir:

— Bob—pero se interrumpió—: No…nada—y se alejó.

Y allí estuvo el muchacho en clase, y después de clases, las dos semanas siguientes, siempre sin decir palabra, limpiando el pizarrón mientras ella trabajaba. Y allí estaban el silencio del sol poniente en el cielo lento, y el leve ruido de los papeles y el rasgueo de la pluma. En ocasiones el silencio se prolongaba casi hasta las 5, cuando la señorita Taylor levantaba la vista y lo veía en el último asiento, contemplándola en silencio, esperando.

— Bueno, es hora de ir a casa—anunciaba la maestra.

Entonces, el chico iba corriendo por el sombrero y el abrigo de la joven. Caminaban lado a lado por el patio desierto y hablaban de todo el habido y por haber.

Por ejemplo:

— Bob, ¿a qué piensas dedicarte cuando seas mayor?
— Seré escritor.
— ¡Ah! ¡Ese es un sueño muy alto!
— Sí, lo sé. Pero voy a intentar realizarlo. He leído mucho, y…

Se quedó pensativo un momento, y luego le preguntó:
— ¿Podría hacerme un favor, señorita Taylor?
— Depende…
— Todos los sábados paseo por el río, hasta el lago. Hay allí muchas mariposas y cangrejos. ¿Le gustaría ir conmigo?
— No; no podré ir. Tengo que hacer…
El chico estuvo a punto de preguntarle qué, más no se atrevió.
— Llevo emparedados de jamón y pepinillos y refrescos, y regreso a casa alrededor de las 3. Me gustaría que usted fuera allí conmigo este sábado.
— No, Bob; gracias. Quizá en otra ocasión.
— No debí pedírselo, ¿verdad?
— Tienes todo el derecho a pedirme lo que quieras.

Pocos días después, la joven le dio un ejemplar de Grandes esperanzas, de Charles Dickens. Él pasó toda la noche leyéndolo, y a la mañana siguiente comentaron la obra.

Cada día, Bob esperaba a la maestra. Muchas veces, la señorita Taylor estuvo a punto de ordenarle que ya no fuera a esperarla, pero no tuvo el valor de hacerlo.

Hablaban de Dickens, de Kipling y de Poe, camino de la escuela y de regreso. Pero le era imposible interrogarlo en el aula. Vacilaba y pronunciaba otro nombre. Tampoco le dirigía la mirada cuando caminaban. Pero varios atardeceres, mientras él movía los brazos ante el pizarrón, borrando los símbolos aritméticos, la maestra, inadvertidamente, lo contemplaba breves segundos.
Luego, un sábado por la mañana, Bob se hallaba en mitad del arroyo, con el pantalón remangado hasta las rodillas, inclinándose para atrapar un cangrejo, cuando alzó la vista y la vio.

— Bueno, aquí estoy—dijo Ann, riendo.
— ¿Sabe qué? No me sorprende…
— Enséñame los cangrejos y las mariposas.

Bajaron hacia el lago y se sentaron en la arena, mientras una brisa tibia soplaba suavemente, agitando los cabellos de ella y su blusa; el muchacho se acomodó a unos cuantos metros y comieron los bocadillos de jamón y pepinillos y bebieron en actitud solemne el refresco de naranja.

— Nunca pensé que vendría a un día de campo como este…
— ¿…con un muchacho de mi edad?
Hablaron muy poco el resto del paseo.
— Todo esto está mal—comentó el chico poco después—. Y no entiendo por qué. Sólo caminamos juntos y atrapamos mariposas y cangrejos. Pero mis padres se burlarían de mí si se enteraran, y los muchachos también. Y los otros maestros se reirían de usted, ¿verdad?
— Creo que sí. No me explico exactamente por qué vine.
Y eso fue todo lo que hubo en la reunión de la señorita Ann Taylor y Bob Spaulding: dos o tres mariposas monarca, un libro de Dickens, doce cangrejos, cuatro emparedados y dos refrescos de naranja.

El lunes siguiente, aunque esperó largo rato, Bob no la acompañó a la escuela. Ella se le había adelantado. Aquel día, por la tarde, la maestra se ausentó más temprano, pues le dolió la cabeza.

Pero al día siguiente, después de clases, volvieron a encontrarse en el aula silenciosa: él lavando el pizarrón apaciblemente, y ella afanada con sus papeles, cuando de pronto el reloj del tribunal dio las 5. Su gran clamor de bronce hacía estremecer a quienes lo oían, y todo el mundo sentía haber envejecido en un minuto. La señorita Taylor dejó la pluma en el escritorio y dijo:

— Bob, ven aquí.
— Sí, señorita—el muchacho dejó el borrador y se le acercó.

Ann lo miró fijamente hasta que él apartó la mirada de ella.

— Bob, no sé si sepas de qué quiero hablar contigo.
— Sí—repuso el discípulo, luego de breve reflexión—: acerca de nosotros.
— ¿Cuántos años tienes, Bob?
— Voy a cumplir catorce.
— ¿Sabes cuántos tengo yo?
— Sí, señorita Taylor: he oído decir que tiene usted veinticuatro. Yo tendré veinticuatro dentro de diez. A veces, me siento como de veinticuatro.
— Sí; y a veces actúas como si los tuvieras.
— ¿De veras?
— Ahora, siéntate y escúchame. Es muy importante que entendamos lo que está ocurriendo. Primero, reconozcamos que somos los mejores amigos del mundo. Nunca he tenido un alumno como tú, ni jamás he sentido tanto afecto por ningún muchacho.
Se ruborizó al oír esto. Ella continuó:
— Y déjame hablar por ti: me consideras la maestra más simpática que hayas tenido.
— ¡Ah! Más que eso…
— Quizá más que eso. Pero hay hechos a los que debemos enfrentarnos: el pueblo y su gente, y tú y yo. He pensado mucho en esto, Bob. No creas que no sé lo que siento. En ciertas circunstancias, nuestra amistad sería extraña. Pero tú no eres un muchacho común, y sé que yo no estoy enferma, ni mental ni físicamente; que lo ocurrido aquí se debe a una justa apreciación de tu carácter y de tu bondad. Pero estas cosas no ocurren en este mundo, a menos que se refieran a un hombre de cierta edad. No sé si estoy expresándome bien.
— Si yo tuviera diez años más y cuarenta centímetros más de estatura, todo sería distinto.
— Ya sé que todo parece tonto. Te sientes ya mayor, actúas con rectitud y no tienes nada de que avergonzarte. Quizá llegue el día en que la gente juzgue a la persona por su intelecto, tan bien que diga: “Este es un hombre, aunque su cuerpo sólo tiene trece años, y como todo un hombre, conoce sus responsabilidades”. Pero, hasta entonces, hemos de seguir viviendo según las edades y estaturas, en un mundo ordinario.
— Eso no me gusta nada.
— Tal vez tampoco a mí, pero de verdad no hay nada que podamos hacer al respecto.
— Sí; ya lo sé.
— Debemos decidir qué hacer. Puedo solicitar que me cambien de esta escuela a otra…
— No es necesario que lo haga. Pronto nos mudaremos. Mi familia y yo iremos a vivir a otra parte.
— No tendrá que ver con todo esto, ¿verdad?
— No; no. Mi padre tiene un nuevo empleo allá. Queda sólo a unos ochenta kilómetros de aquí. ¿Me permite visitarla cuando venga al pueblo?
— ¿Crees que sería conveniente?
— No; supongo que no—concluyó él.
Siguieron sentados un rato, en aquella aula silenciosa.
— ¿Cuándo pasó todo esto?—preguntó el muchacho, en tono desconsolado.
— No lo sé. Nadie puede saberlo. Nadie lo ha sabido desde hace miles de años. A veces ocurre que dos personas se gustan, aunque no debieran gustarse. No podría explicarlo.
Por último añadió:
— No olvides lo que te voy a decir. En este momento no te sientes bien, y yo tampoco. Pero con el tiempo sucederá algo que nos consolará. ¿De acuerdo?
— Me gustaría creerlo…Y… ¿si me esperara usted?—musitó.
— ¿Diez años?
— Para entonces, ya tendré veinticuatro.
— Sí; pero yo tendré 34, y tal vez seré una persona muy diferente. No; no puede ser…
Bob permaneció sentado, en silencio, un largo rato; luego sentenció:
— Jamás la olvidaré.
— Sí; me olvidarás.
— Encontraré la manera de recordarla siempre—concluyó el adolescente.
La maestra se levantó y fue a borrar el pizarrón.
— Permítame ayudarla.
— No; no—protestó Ann con firmeza—. ¡Vete a casa!

El muchacho salió de la escuela. Mirando hacia atrás, vio por la ventana a la señorita Taylor borrar lentamente el pizarrón.

A la semana él se mudó, y estuvo lejos del pueblo dieciséis años. Aunque sólo distaba ochenta kilómetros de allí, jamás volvió hasta que tuvo treinta años y ya estaba casado. Un día de primavera, Bob y su esposa pasaron en auto por el pueblo camino a otra ciudad, y se detuvieron a descansar un día.

Bob instaló a su mujer en el hotel, vagabundeó por el pueblo y, por último, preguntó por la señorita Ann Taylor.

— ¡Ah, sí! La maestra bonita. Murió en 1936, no mucho después de que tú te fuiste.
— ¿Sabe usted si se casó?
—No, no; recuerdo que murió soltera.
Bob se dirigió al cementerio y encontró su tumba, en cuya lápida leyó: “Ann Taylor. Nació en 1910. Falleció en 1936”. Y pensó: veintiséis años de edad. ¡Vaya! Ahora tengo cuatro años más que usted, señorita Taylor.

Más tarde, aquel mismo día, los pueblerinos vieron a la esposa de Bob caminar por las calles para reunirse con él bajo los olmos y los robles. Era una mujer como los más lozanos duraznos del estío entre las nieves del invierno; como leche fresca para el cereal del desayuno en una cálida mañana del principios del verano. Y fue uno de los raros días en que el clima estuvo equilibrado como una hoja entre gratos vientos que soplan con benevolencia; uno de esos días que deberían llamarse—todos estuvieron de acuerdo—como la esposa de Robert Spaulding.

Cuentos de terror

Título: Leyendas de horror
Autor: Guillermo Murray Prisant
Año: 1997
Editorial: Selector
País: México
Páginas: 198
Edad para el lector: 10 años en adelante

Resumen: La Nueva España y el México independiente cobran vida en este libro, poniendo de manifiesto la forma de ser del pueblo mexicano. Contiene relatos clásicos como “El banquete macabro”, “La hora marcada”, “Una mano negra y peluda”, y muchos más, que harán temblar a niños y jóvenes, poniéndolos en contacto con las tradiciones y costumbres que perduran hasta nuestros días.

Comentario: En un lenguaje claro se narran estas temibles historias, que no dejarán dormir a los niños a quienes se los cuente.




Título: Cuentos coloniales de terror
Autor: Editorial Época
Año: 2003
Editorial: Época
País: México
Páginas: 94
Edad para el lector: 13 años en adelante

Resumen: Relatos de la Nueva España como “La leyenda de la calle del niño perdido”, “Los cabellos del diablo”, “La amante macabra” y otros más.

Comentario: Excelente dibujo de portada, inspira deseos de pasar un rato de ¡miedo! Recordemos que para que el lector se interese en leer o comprar un libro, necesita gustarle e impresionarle la portada. A veces la obra es maravillosa, pero si su autor es desconocido y además la portada de su libro es aburrida, hace que no nos tomemos la molestia siquiera de leer la síntesis de la contraportada. Por el contrario, también nos hemos equivocado alguna vez, y leído un libro aburrido de portada hermosa; obviamente este no es el caso, ya que dichas historias, narran al estilo castellano, algunas leyendas populares mexicanas.