domingo, 2 de noviembre de 2008

La canción del Extraño Mundo de Jack



Lo siento, no pude resistirme a publicar la canción para esta celebración...





Esto es Halloween





Niños, niñas y los demás,
vengan pues yo les voy a enseñar.





Un extraño y gran país,
que se llama Halloween.





Esto es Halloween,
esto es Halloween.
Gritos en la oscuridad.





¡Esto es Halloween!
Asustar es nuestro fin,
ya verán,
como todo el mundo temblará.





Gritos ya, gritos hasta el fin.
Así es siempre Halloween.





"Bajo tu cama me voy a esconder
ve mis dientes y ojos también".





"Tras la escalera yo suelo asustar,
mírame bien, no te voy a gustar".





Esto es Halloween,
esto es Halloween,
Halloween, Halloween,
Halloween, Halloween...



Que lugar,
que emocion,
todos cantemos esta cancion.

Mi ciudad,
te fasinará,
y si te descuidas te sorprendera.

Ve por dónde vas,
ten cuidado al caminar
algo horrible te saldra y te hará gritar.

Esto es Halloween.
El terror es nuestro fin.

¿Te asusté?
¡Asi sera!
Una vez, otra vez,
todo aqui es alreves
bajo la luna en la oscuridad.

¡Vamos a gritar!
¡Gritos hasta el fin!

Asi es siempre Halloween.

"Soy el payaso que te hace llorar,
mírame bien,
te haz de acordar".

"Yo soy aquel que no puedes ver,
soy el viento que te haces estremecer,"

"Yo soy la sombra que te inspira horror
te hago soñar
sueños de terror".

Esto es Halloween,
esto es Halloween.

Halloween, Halloween,
Halloween, Halloween...

Presten todos mucha atención
sin temor no habra diverción.

El terror
es nuestro fin,
asi es siempre Halloween.

Mi ciudad, te fasinará,
si te descuidas te sorprendera.

Si el flaco Jack te encuentra y te atrapa,
de un grito loco te dara un susto mortal…

Esto es Halloween
¡Gritos hasta el fin!

Vamos a aclamar
al señor de este lugar,
el rey Jack
gran rey de nuestra ciudad,
todos de pie ante el gran rey Jack pues:

Esto es Halloween, esto es Halloween…
Halloween, Halloween,
Halloween, Halloween..

Que lugar, que emoción,
todos cantemos esta canción…

La la la la
(la la la la Halloween Halloween).

La la la la
(la la la la Halloween Halloween).


La la la la
(la la la la Halloween Halloween).


La la la la la la siiii.

La la la la la la la
(es el Rey Calabaza...)

Tradición Prehispánica

Ahora que estamos en las celebraciones del Día de Muertos, expongo un poema que encontré en la página electrónica: www.ningo.com.ar



Halloween



Es el final del verano
y la cosecha termina
es el alma que alucina
al espíritu lejano.



El regreso de los muertos
sin duda ha de suceder
las tumbas se han de romper
es lo seguro, lo cierto.



El negro de noche oscura
naranja de amanecer
harán trizas su poder
la casa estará segura.



Los dulces y la comida
provocaran su atención
es festejo de ilusión
celebración atrevida.



Ningo

miércoles, 15 de octubre de 2008

Luna de octubre

Es cierto; las lunas de octubre son las más hermosas, las más blancas, las más mágicas, las más románticas…comparto este hermoso poema convertido en canción que es muy acorde a la época.


Luna de octubre

José A. Michel



De las lunas,
la de octubre es más hermosa,
porque en ella se refleja la quietud.

De dos almas,
que han querido ser dichosas,
al arrullo de su plena juventud.

Corazón, que has sentido el calor
de una linda mujer,
en las noches de Octubre,
corazón, que has sabido sufrir,
y has sabido querer,
desafiando el dolor.

Hoy que empieza la vida,
tan solo al pensar,
que tu amor se descubre.

El castigo de ayer,
que me diste tan cruel,
parece que murió.

Si me voy,
no perturbes jamás
la risueña ilusión,
de mis sueños dorados.

Si me voy nunca pienses jamás,
que es con el único fin,
de estar lejos de ti.

Viviré con la eterna pasión que sentí,
desde el día en que te vi,
desde el día en que soñé,
que serías para mí.


Mensaje de una tarjeta

Este poema me gustó mucho, lo copié de una tarjeta que le regalé a una de mis mejores amigas en la Universidad.

Los amigos son como los ángeles


Como ángeles en la tierra,
hay quienes alegran un día
con la magia de sus detalles
y su agradable compañía.


Sus atenciones son como
una bendición celestial,
nos hacen sentir rodeados
de cariño incondicional.


Al igual que un arco iris
que anima con su belleza,
vuelven un día aburrido
en uno lleno de promesa.


Sin alas, arpas, ni coronas,
estos ángeles terrenales
enriquecen nuestras vidas
y las hacen más especiales.


Desde que nos conocimos
has sido un ángel para mí,
y no me canso de desear
cosas lindas para ti:
que el amor y la alegría
estén siempre a tu lado
y todo lo que anhelas
lo veas pronto realizado.

martes, 14 de octubre de 2008

Fuego de invierno


Tu cabellos es fuego de invierno,

brasas de enero,

y mi corazón arde

en él.

Quisiera poder describirte

Lo que eres, qué difícil es decir;
tratar de describirte es como intentar
describir a la naturaleza,
su maravillosa impetuosidad
sobrepasa cualquier pensamiento.

Porque eres como el universo,
tan complejo e inmenso,
tan extenso y profundo.

Eres como las olas del mar
que vienen y van,
así de indeciso eres.

Eres como los rayos del sol,
igual de resplandeciente,
como las aves del cielo
que no tienen rumbo fijo.

Eres como mi corazón,
porque te tengo conmigo y,
sin embargo, resultas igual
de distante que
el punto donde creo
se juntan el mar y el cielo.

Eres como el viento que sopla
que siento y que no lo veo,
y a ti te veo, pero no te siento,
y creo conocerte pero no es cierto.




Sulem Romero Salamanca

Al pensar en ti

Al pensar en ti,
siento que existe
una puerta que se abre;
siento una sonrisa
que me alienta,
una mano que se extiende,
una lágrima que
se une a mi dolor,
una mirada que me comprende,
una palabra que me anima,
un abrazo de perdón,
una crítica que me mejora,
un aplauso que me estimula,
un dar sin exigir,
un favor sin recompensa,
un esperar sin cansancio…




Arellys Davis

Fragmento de Bram Stoker


"He cruzado oceános de tiempo por encontrarte"


De Drácula de Bram Stoker

lunes, 13 de octubre de 2008

Mira amigo

Cuántas flores hay en el camino,
…son las almas de los que se han ido.

Cuántas estrellas hay en el cielo,
…son las esperanzas que todos tenemos.

Cuántas mariposas hay en el paisaje,
…son las voces de los amores escondidos.

Mira amigo, cuántas perlas hay en el agua,
…son las madres que han perdido a sus hijos

Mira amigo,
cuántas sombras hay en el mundo,
…son aquellos que nunca
han tenido un amigo.


Anónimo

jueves, 18 de septiembre de 2008

Pequeño hombre

Título: Pequeño hombre
Autor: Emilio Rojas
Edición: Vigésima sexta
Año: 2007
Editorial: Aspasia
País: México
Páginas: 140




Resumen: Este libro se considera ya un clásico no sólo de la literatura mexicana, también lo es de la internacional, incluso se le compara con obras de Gibrán, Tagore y Saint-Exupèry.En pequeño hombre, se cuentan historias brevísimas para reflexionar sobre la filosofía de vivir. Es un libro para incrementar nuestra autoestima, llegar a nuestras metas, tomar el fracazo como un logro a la experiencia, saber manejar muestras emociones, ser felices con lo que tenemos y no sufrir por lo que nos hace falta...podría seguir citando más cualidades que brinda esta obra, pero eso sería restarles sorpresa a la hora de que leyeran por su cuenta este libro.


Comentario: Buena obra, cuando lo leí por primera vez, me resultó algo extraño; bello, pero extraño y fue entonces cuando al leer el prologo (siempre lo dejo para el final) me di cuenta que Emilio Rojas maneja su estilo entre el poema en prosa y la narración breve o brevísima: los límites entre el cuento y el poema; pocos escritores utilizan este estilo, proviene del oriente y desde ya hace muchos años han dejado de usarlo. Si cualquier escritor se aventura a usarlo, resultaría anticuado e incluso aburrido, pero el autor sabe bien cómo emplear correctamente este género.

¡Viva México!





En este mes patrio, celebrando los 198 años de independencia mexicana, escribo un poema dedicado a nuestra hermosa bandera (la más bonita del mundo según la encuesta electrónica: http://listas.20minutos.es/?do=show&id=17491)

LA BANDERA

Al grave redoblar de los tambores,
marcando el paso con marcial donaire,
la tropa marcha, desplegando, al aire
la enseña nacional de tres colores.
-Mira, madre-, prorrumpe un rapazuelo,
que ciñe diez abriles por guirnalda...
una perla, un rubí y una esmeralda...
¡qué engaste más hermoso bajo el cielo!

-Calla, niño, no sabes lo que dices-
el verde, el blanco, el rojo se han unido
para escuchar la tierra en que has nacido,
donde libres y en paz, somos felices.

-El verde es el laurel de la victoria
El blanco, del honor limpia azucena;
Y el rojo es ¡a! la sangre que en la arena
Regó el martirio y consagro la gloria.

¡Es bandera! ¡Mírala! Confío
En que al seguir su inmaculada huella,
Sabrás luchar y sucumbir por ella:
¡Todo tu corazón dale, hijo mío!

Juan de Dios Peza


Enamórate con Neruda

Título: 20 poemas de amor y una canción desesperada
Autor: Pablo Neruda
Editorial: Losada
Edición:

Año: 1997
Páginas: 115
País: Argentina


Resumen: Poemas hechos para sentir, soñar, disfrutar… y claro; para enamorar.

Comentario: Pablo Neruda es sin duda, uno de los mejores escritores que logran transmitir una pasión devoradora en cada poema suyo. La fuerza de sus palabras provoca toda una serie de sensaciones sublimes, majestuosas y embriagadoras. Esta obra maestra es la responsable de la fama universal del autor, fue escrita en su época de juventud y a pesar de ello, actualmente conserva la frescura y emotividad de entonces.

Encuentros cercanos de tercer tipo

Título: Secuestrados por los ovnis
Autor: Manuel Carballal
Año: 1992
Editorial: Espacio y tiempo
País: España
Páginas: 127

Resumen: El autor muestra una serie de testimonios sobre personas raptadas por seres de otro planeta, los casos en que fueron abducidos fueron de manera individual, como colectiva; los escenarios en que se dieron estos hechos fueron al aire libre (carreteras, sembradíos, montañas, lagos, la calle) y raptos a domicilio (en sus dormitorios). El libro pretende enfocarse en demostrar a la hipnosis como prueba científica que avale los casos aquí escritos.

Comentario: Los ovnis son y serán un tema de mucha polémica. Es muy osado pensar que somos los únicos seres “inteligentes” que existen en toda la galaxia, pero también es muy pretensioso apresurarse a sacar vagas conclusiones sobre la existencia de pequeños hombrecillos verdes realizando experimentos genéticos con nosotros. Las pruebas que presenta este libro sobre testimonios de personas abducidas (secuestradas), son casi en su totalidad por la hipnosis regresiva; recordemos que la mente humana es un rompecabezas tan complejo, que pudiera disfrazar lo real con lo fantasioso, o todo esté planeado, y solo busquen hacerse publicidad, como ocurrió en muchos casos de fraude que relata este libro. La parte reflexiva sobre estos relatos, es la que se cita el viejo argumento de un veterinario en la página 61, donde compara la sensación que presentan las personas después del secuestro con la que siente un pequinés después de visitar al veterinario, con que miedo le describiría a su “hermano” doberman a esos seres extraños vestidos de blanco, que lo colocaron contra su voluntad en una camilla, donde le insertaron un montón de agujas, le sacaron muestras de sangre, piel, etc.; sin saber que era para curarle el moquillo que ya comenzaba a padecer. Curiosamente es lo mismo que hacemos los científicos, tomamos un grupo de animales, los llevamos al laboratorio, tomamos muestras de sangre (si es necesario), lo clasificamos de acuerdo a su nombre científico, lo marcamos (pintar alguna parte de su cuerpo, colocarle algún anillo de color, etc.) y lo liberamos para después seguir su ruta de migración, reproducción, hábitat, etc. Que paradoja ¿no? Aunque no estamos hablando de los derechos de los animales o la ética científica, se me hizo interesante marcar esta observación. De cualquier forma, un rapto es un rapto, el cual deja secuelas desastrosas, peor aún, si es por seres de otra especie, con diferente morfología, lenguaje, costumbres, adelantos científicos, entre otros. No estoy muy convencida sobre la credibilidad de estos hechos, ya que no hay aún pruebas suficientes y eficientes que respalden la teoría del secuestrador alienígena.

¿Mito o realidad? Sin duda, es y seguirá siendo una de las tantas cosas que aún no ha podido dársele una respuesta.

domingo, 7 de septiembre de 2008

El vampiro

Ruedan tus rizos lóbregos y gruesos
por tus cándidas formas como un río,
y esparzo en su raudal crespo y sombrío
las rosas encendidas de mis besos.
En tanto que deshojo los espesos
anillos, siento el roce leve y frío
de tu mano, y un largo calosfrío me recorre y penetra hasta los huesos.

Tus pupilas caóticas y hurañas
destellan cuando escuchas el suspiro
que sale desgarrando mis entrañas.
Y mientras yo agonizo, tú, sedienta,
finges un negro y pertinaz vampiro
que de mi ardiente sangre se alimenta.


Efrén Rebolledo




miércoles, 3 de septiembre de 2008

Arena (Un clásico de ciencia-ficción)


Fredic Brown




Carson abrió los ojos y se halló tirado sobre la arena, mirando hacia arriba a una ondulante semioscuridad azul. Estoy loco, pensó. Loco…o muerto. La arena era de un azul brillante. Y no existía nada parecido a ese tipo de arena en la Tierra ni en ninguno de los planetas.

Tomó un poco de ella y la dejó caer poco a poco sobre su pierna desnuda. ¿Desnuda? Estaba completamente desnudo, y su cuerpo chorreaba sudor. Sólo Mercurio, entre los planetas, tenía una temperatura semejante; pero Mercurio se hallaba a unos 6.000 millones de kilómetros de…

Entonces acudió a su m
ente dónde había estado: en la nave espacial de reconocimiento de una sola plaza, fuera de la órbita de Plutón, explorando a escasos millón y medio de kilómetros a un lado de la armada terrestre, que estaba desplegada en formación de combate para interceptar a los Extraños.

Nadie sabía quiénes eran los Extraños, ni de qué lejana galaxia procedían. Primero fueron los ataques esporádicos sobre las colonias terrestres, que por sí mismos no constituyeron una amenaza demasiado seria. No obstante, la Tierra se preparó para la confrontación decisiva y formó la armada más poderosa de todos los tiempos.

Exploradores situados a 30.000 millones de kilómetros de distancia habían detectado a una poderosa flota de Extraños que se acercaba. Y ahora, la armada terrestre, integrada por 10.000 naves y medio millón de combatientes espaciales, esperaba para interceptarlos y combatir por la última oportunidad de la Tierra.

Ah, sí. Bob Carson lo recordaba. Pero eso no explicaba por qué se hallaba ahora sentado en la caliente arena azul. No veía señales de su nave espacial; ni siquiera indicios del espacio. Esa cosa en forma de domo que estaba encima no era un cielo. Era un hemisferio azul de algo, de unos 250 metros de circunferencia, invertido sobre la extensión de arena azul.

Carson se puso en pie con dificultad. Arena llana, unos cuantos escuálidos matorrales azules en racimos aquí y allá. Por debajo del matorral más cercano corrió un pequeño lagarto de diez patas. Era azul también. Todo era azul, salvo un objeto. Sobre una cercana pared bastante curva se hallaba una esfera roja, de más de un metro de diámetro.

Entonces escuchó una voz dentro de su cabeza.

—En este espacio y tiempo—resonaron las palabras—, me encuentro con dos pueblos a punto de iniciar una guerra que exterminaría a uno de ellos y dejaría al otro tan débil que entraría en decadencia y retornaría al olvido. Esto no debe ocurrir.

— ¿Quién…qué es usted?—la pregunta se formó en el cerebro de Carson.

—Soy el final de la evolución de una raza—dijo la voz—fundida en una entidad única, eterna…una entidad como la que tu primitiva raza puede llegar a ser, al igual que a ser la raza que ustedes llaman los Extraños. Así que intervengo en la batalla que se avecina. Un combate entre fuerzas tan equilibradas que resultará en la destrucción de ambas razas. Así que exterminaré una flota sin que la otra sufra ninguna pérdida. Una de las dos civilizaciones sobrevivirá.

“Desde los confines de la batalla aún no realizada he arrancado a dos individuos, a ti y a un Extraño. Aquí están enfrentados el uno contra el otro, desnudos y desarmados, bajo condiciones igualmente desconocidas y desagradables para ambos. El sobreviviente será el campeón de su raza; esa raza sobrevivirá”.

“Mientras permanezcan en este lugar, el tiempo se detendrá en el universo que conocen. Si mueres aquí, tu fracaso será el final de tu raza”.

La voz se desvaneció.

Al alzar Carson la vista, vio que la esfera roja rodaba hacia él. ¡El Extraño! Por delante le llegaba una paralizante ola de horror, de repulsivo odio. La esfera rodante avanzaba con mucha rapidez, más aprisa de lo que él podía correr. Estaba a diez metros de distancia. A cinco. Y luego se detuvo.

O mejor dicho, fue detenido. Había topado contra una pared invisible, una barrera que parecía correr de lado a lado del hemisferio invertido. El Extraño estaba rodando a lo largo de ella, buscando un resquicio que no existía.

Carson avanzó unos pasos y tocó la barrera. Se sentía como una lámina de caucho reforzada con acero. Se puso de puntillas, alzó el brazo lo más que pudo, pero la barrera también estaba allí. Debe haber alguna forma de que podamos entrar en contacto, pensó, o de lo contrario este duelo no tendría sentido.

Con la criatura detenida justo al otro lado de la barrera, Carson no pudo hallar en ella ninguna señal externa de órganos sensoriales. Pero había una docena de ranuras en su superficie, y vio que de repente salían dos tentáculos de dos de las ranuras. Los apéndices se bifurcaban en la punta, formando dos dedos que terminaban, cada uno, en una garra.

Carson se estremeció al mirarla, tan horriblemente diferente de cualquiera de las formas de vida que se hallaban en la galaxia. Instintivamente comprendió que su mente era tan extraña como su cuerpo. Pensó que quizá poseía poderes telepáticos; había captado una proyección de algo que no era físico cuando se lanzó hacia él unos minutos antes. Tal vez podría leer su mente…Carson tenía que intentarlo.

“¿No podemos tener paz entre nosotros?”, preguntó. “¿Por qué no podemos ponernos de acuerdo: la raza de ustedes en su galaxia y nosotros en la nuestra?”.

Carson puso su mente en blanco a fin de recibir la respuesta. Cuando la percibió, retrocedió varios pasos, horrorizado ante lo profundo e intenso del odio y el ansia de matar que revelaban las imágenes rojas proyectadas sobre él. Su mente se aclaró poco a poco. Estaba respirando con agitación y se sentía débil, pero podía pensar.

“Está bien”, dijo. “Entonces que sea la guerra”. Y, debido a que generalmente era un muchacho tranquilo, no pudo resistir la tentación de ser dramático, así que añadió: “¡A muerte!”.

En ese momento un lagarto salió velozmente de bajo de un matorral. Un tentáculo del Extraño saltó hacia él y lo atrapó. Otro tentáculo comenzó a arrancar las patas del lagarto. El animal se revolvió con desesperación y emitió un agudo chillido. Cuando ya llevaba perdidas la mitad de sus patas, el reptil dejó de chillar y quedó inerte, muerto, en la garra del Extraño que, con desprecio, lo arrojó en dirección a Carson. El lagarto atravesó la barrera y cayó a los pies del terrícola.

¡La barrera ya no estaba! Carson se puso en pie de un salto, con una piedra en la mano. Pero la barrera aún estaba allí. Chocó contra ella y cayó hacia atrás. En el momento en que se levantaba, vio una piedra que venía por los aires hacia él y sintió un repentino dolor agudo en la pantorrilla de su pierna izquierda.

Tiró su piedra, que le pegó al Extraño y le hizo daño evidente. Pero antes de que pudiera lanzar otro proyectil, el enemigo se puso fuera de su alcance.

Se adelantó para estudiar la barrera. Apoyando una mano sobre ella, arrojó arena con la otra mano. La arena pasó, pero no la mano.

¿Materia orgánica contra materia inorgánica? No, porque el lagarto muerto había pasado a través de la barrera, y un lagarto, vivo o muerto, es orgánico. ¿Qué ocurriría con un lagarto vivo? Atrapó uno y lo echó suavemente contra la barrera. El animal rebotó y se alejó corriendo.

La pantalla era una barrera para los seres vivos. Sólo la materia muerta o inorgánica podía cruzarla.

Resuelta esa duda, Carson miró su pierna herida. Un borde dentado de la piedra le había hecho un corte profundo. Debía buscar agua para limpiar la herida. Al pensar en agua se dio cuenta de que tenía mucha sed.
Cojeando levemente, dio una vuelta completa por su mitad de la arena. No había indicios de agua. Si no hallaba alguna forma de matar a su enemigo, la sed acabaría por matarlo a él. Tenía que darse prisa.

De un fragmento de roca de unos 30 centímetros, formó un tosco cuchillo. Y con los zarcillos de un matorral hizo una especie de cinturón con el cual podría impulsar el arma, a fin de que sus manos quedaran libres. Luego amontonó varias piedras que sirvieran de proyectiles.

Un lagarto salió de debajo de un matorral. Carson sonrió y dijo:

— Hola.

El lagarto se arrastró unos pasos hacia él.

— Hola—contestó.

Carson se quedó asombrado por un momento, y luego lanzó una carcajada. ¿Por qué no? ¿Por qué no habría de tener sentido de humor la Entidad que ideó esta pesadilla?

Pero era difícil para él pensar en otra cosa más que en agua. Su garganta ardía. Tenía que hacer algo.

El Extraño estaba haciendo algún artilugio a base de la leña de los matorrales, atada con zarcillos y raíces. Un armazón en forma cuadrada, de algo más de un metro de altura. Parece una catapulta, pensó Carson.

Y tal como se lo había imaginado, el Extraño empezó a levantar una roca de buen tamaño hasta un recipiente en forma de taza. Uno de los tentáculos movió una palanca y la piedra zumbó sobre la cabeza de Carson. Juzgó la distancia que había recorrido y silbó suavemente. Aun retirándose hasta el fondo de su dominio no quedaría fuera de su alcance.

Entonces, una de las piedras enviadas por la catapulta pegó en el montón de piedras que Carson había recogido, y sacó chispas. Chispas. Fuego. El hombre primitivo había hecho fuego provocando chispas, y con algo de aquellos secos, desmenuzables matorrales como yesca…

En pocos minutos Carson logró encender una pequeña fogata. Resultó fácil elaborar las bombas incendiarias: un haz de leña encendida, atado a una piedra pequeña para darle peso, y un lazo de zarcillos para hacerlo girar.

Prendió y arrojó la primera bomba incendiaria. Falló el tiro, y el Extraño inició una rápida retirada, jalando la catapulta tras de sí. Pero Carson tenía otras bombas listas que lanzó en rápida sucesión. La cuarta se incrustó en el armazón y la catapulta se incendió.

El Extraño comenzó a arrancar matorrales para hacer otra.

Carson sabía que nunca sería capaz de hacer una catapulta. No tenía la resistencia necesaria para una tarea que tomaría días. Su rival tenía muchos tentáculos y podía trabajar más de prisa.

¿Una lanza? Bueno, eso sí podía hacerlo. Incluso un arpón. Encontró una roca que tenía la forma tosca de una punta de lanza. Con otra piedra más pequeña comenzó a cincelarla, formando una lengüeta en el extremo. Arrancando los tallos principales de cuatro matorrales, y uniéndolos con zarcillos, logró armar una fuerte vara de 1,25 metros de largo, y ató la cabeza de la piedra en una ranura hecha en un extremo. Con más zarcillos hizo una cuerda de seis metros, ató una de sus puntas a la vara del arpón y la otra alrededor de la muñeca de su brazo derecho.

A estas alturas su pierna se hallaba terriblemente hinchada y el dolor era insoportable. No podía hacer nada para aliviarlo. Nada, excepto morir cuando el veneno se extendiera a través de su organismo.

Y entonces la Tierra sería territorio de esos rojos, rodantes Extraños que desmenuzaban lagartos para divertirse. Comenzó a arrastrarse hacia la barrera.

“Hola”, dijo una voz.
Volvió la cabeza. Era un lagarto. “Hiere…mata. Ven”, dijo. Carson siguió a la pequeña criatura azul a lo largo de la barrera. Entonces vio el lagarto al que el Extraño había arrancado las patas. No estaba muerto. Se retorcía y chillaba agónicamente. Carson sacó del cinturón el cuchillo y acabó su sufrimiento.

De repente tuvo una reacción de negra desesperanza. Envidió al lagarto muerto, que ya no tenía que vivir y sufrir. Advirtió lo delgados que estaban sus brazos. Debió de haber pasado aquí mucho tiempo, varios días, para ponerse tan enjuto. ¿Cuánto calor, dolor y sed podría soportar la carne?

El lagarto que acaba de matar había cruzado la barrera, ¡aún vivo! No estaba muerto, sino sólo inconsciente.

La barrera, entonces, no era un obstáculo para la materia viva, sino para el conocimiento. Era una proyección mental, un riesgo mental.

Tomando una roca, subió a un montículo de arena y se apoyó contra la barrera. Revisó el cuchillo y el arpón. Luego, con la mano derecha, alzó la roca para golpearse en la cabeza. El golpe debería ser lo suficientemente fuerte para hacerle perder el sentido, a fin de rodar a través de la barrera, pero no demasiado fuerte para estar sin conocimiento por mucho tiempo.

El Extraño seguía trabajando en la nueva catapulta. Bob Carson se golpeó…

Un dolor repentino, agudo, en la cadera, le hizo recobrar el sentido. ¡Había atravesado la barrera! El dolor fue causado por una piedra que el Extraño lanzó para ver si estaba vivo o muerto. Carson permaneció inmóvil, pero abrió los ojos imperceptiblemente.

Mantuvo la mente en blanco todo lo que pudo, a fin de evitar que la habilidad telepática de su adversario detectara su estado consciente. El impacto de los pensamientos de él era casi demoledor. La mente de una araña hubiera sido algo familiar, sencillo, comparada con esto. La Entidad tenía razón: se trataba del Hombre o del Extraño. Estaban tan lejos el uno del otro como Dios del diablo; el universo no podía albergar a ambos.
El Extraño se aproximaba más. Y más. Cuando estuvo a un escaso metro de distancia, Carson se incorporó y lanzó el arpón con todas las fuerzas que le quedaban. Profundamente herida, la esfera rodante se alejó. Carson se arrastró hacia ella, una mano sobre la otra, agarrándose a la cuerda.

Los tentáculos se retorcían, tratando en vano de arrancarse el arpón. Luego, la criatura rodó hacia Carson, atacando con las garras de los tentáculos. Él se enfrentó al enemigo cuchillo en mano. Apuñaló una y otra vez, mientras las horribles garras rasgaban la piel y la carne de su cuerpo. Lo acuchilló, y a fin el Extraño quedó inmóvil.

Cuando Carson abrió los ojos, se hallaba sujeto con correas al asiento de su nave de exploración. En la pantalla apareció el rostro de Brander, capitán del Magallanes, la nave rectora de su grupo de vehículos espaciales. “Regresen”, exclamó en tono triunfal. “La batalla ha concluido. ¡Hemos ganado!”.

Lentamente, Carson puso los controles automáticos para el retorno y se dirigió a la parte posterior para beber del tanque de agua fría. Tenía una sed indescriptible.

¿Había ocurrido? Se levantó la pernera del pantalón. Tenía una larga herida blanca ya cicatrizada en su pantorrilla. Su pecho y abdomen estaban surcados de cicatrices. Había ocurrido.

Al regresar a la nave rectora, se dirigió a la oficina de Brander.

— Hola, Carson—le dijo Brander—. ¡Qué espectáculo! Disparamos una carga a la flota de los Extraños y los proyectiles saltaron de nave a nave, ¡incluso a aquellas que estaban fuera de nuestro alcance! La flota entera se desintegró ante nuestros ojos. ¡Caray, hombre, fue de lo más emocionante! Lástima que te lo perdieras.

Se las arregló para mostrar una leve sonrisa.

— Sí, señor—contestó. El sentido común le indicó que lo tildarían para siempre como el mayor embustero del espacio si decía algo más que eso—. Sí, señor, lástima que me lo perdí.






Condensado del cuento arena. 1944 por publicaciones Street Smith. INC. Renovado en 1972 por Fredic Brown. Tomado de Selecciones Reader’s Digest, julio 1982, pp. 88-95.

martes, 2 de septiembre de 2008

Una nueva vida

En un silencio
que me sabrá a ternura,
durante nueve lunas
crecerá tu cintura;
y en el mes de la siega
tendrás color de espiga,
vestirás simplemente
y andarás con fatiga.

Y un día, un dulce día,
con manso sufrimiento
te romperás cargada
como una rama al viento.

Y será el recocijo.

De besante las manos
y de hallas en el hijo
tu misma frente simple,
tu boca, tu mirada,
y un poco de mis ojos,
un poco casi nada…

Anónimo

El reproche

Entre los temblorosos cocoteros
sollozaba la brisa; y en la rada,
del ocaso los rayos postrimeros
eran como una inmensa llamarada.

Al oír mi reproche
se apagaron en llanto sus sonrojos,
y fue cual pincelada de la noche
el cerco de violetas de sus ojos.

Y al confesar su culpa
su voz era sollozo de agonía,
y la blancura de su tez fingía
del coco tropical la nívea pulpa.


Ismael Enrique Arciniegas

miércoles, 27 de agosto de 2008

Mi tristeza es como un rosal florido

Mi tristeza es como un rosal florido.
Si helado cierzo o ráfaga ardorosa
lo sacuden, el pétalo caído se trueca en savia y se convierte en rosa…
Mi tristeza es como un rosal florido.

En mi dulce penumbra sin ruido,
la propia vida con mi llanto riego,
y las horas dolientes que he vivido,
impregnan de perfume mi sosiego…
Mi tristeza es como un rosal florido.

Tú que colgaste en mi dolor tu nido,
sabes que a cada mal brota una yema
y revienta un botón a cada olvido.
¡Perenne floración y eterno emblema!
Mi tristeza es como un rosal florido.





Enrique González Martínez

Madrigal de la muerte

Tu no fuiste una flor, porque tu cuerpo era
todas las flores juntas en una primavera.
Rojo y fresco clavel fueron tus labios rojos,
azules nomeolvides aquellos claros ojos,
y con venas y tez de lirio y de azucena
aquella frente pura, aquella frente buena
y, cómo respondía a todo ruborosa,
tomaron sus mejillas el color de rosa.
Hoy, que bajo el ciprés cercano de laureles
rosas y nomeolvides, y lirios y claveles
brotando de la tierra confunden tus colores,
parece que tu cuerpo nos lo devuelve en flores.



Francisco A. de Icaza

Goza con lo que tienes


Para mi corazón

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.


Pablo Neruda

Escrito con tinta verde

La tinta verde crea jardines, selvas, prados,
follaje donde cantan las letras,
palabras que son árboles,
frases que son verdes constelaciones.

Deja que mis palabras, oh blanca,
desciendan
y te cubran como una lluvia de hojas a un
campo de nieve, como la yedra a la estatua,
como la tinta a esta página.

Brazos, cintura, cuello, senos,
la frente pura como el mar,
la nuca de bosque en otoño,
los dientes que muerden una brizna de yerba.

Tu cuerpo se constela de signos verdes
como el cuerpo del árbol de renuevos.
No te importe tanta pequeña cicatriz luminosa:
mira el cielo y su verde tatuaje de estrellas.




Octavio Paz

El reloj marca las 8:15 (Ciencia ficción)


Fernando Briseño Martínez






Ilustraciones Luis Montiel




Ocho y cuarto. Belisario va de camino al trabajo, como siempre a esa hora. La vida no es fácil para él: siempre son tres horas de camino y, por si fuera poco, en transporte público. Los malos olores, la gente descortés, la aglomeración, el ruido. Pero lo peor son las tres horas que hay que soportar todo eso. Así, con los años, poco a poco va mermando su casi inquebrantable paciencia. Sin embargo, últimamente ha tenido razones más que suficientes para aprender a tener paciencia.

Si pudiéramos verlo notaríamos que va incómodo, algo inclinado, aferrándose al tubo más cercano con una mano tensa y con la otra sujetando los folios de un largo texto. “La novela más maravillosa jamás escrita”, dirían algunos. “Destinada a ser un clásico”, dirían otros. Y sí: desde las aventuras de Odiseo, pocos relatos han sido capaces de inflamar los corazones de los lectores con peripecias, vueltas del destino y sufrimiento del héroe hasta esta novela, manuscrita apenas, pero definitivamente aprobada para su impresión y comercialización, o eso dice la carta que lleva Belisario en el bolsillo.

Un antebrazo—ya con algunas manchas—y la piel floja de quien tiene más experiencia que voluntad, nos deja ver un reloj fino, bañado en oro, con manecillas azules, que dicen exactamente lo mismo que el reloj digital que está suspendido en la pared: ocho y cuarto. Él va con la boca cerrada, en un silencio propio de quienes viajan solos en el transporte. Pero hay algo anormal en el silencio.



Una gabardina lo cubre casi totalmente, dejándonos ver sólo un par de zapatos bien boleados y unos calcetines viejos, elegidos de esa manera tal vez por la prisa de llegar al trabajo, o por la alegría que le provocó aquella carta de su editor que podría apreciarse en el bolsillo de su gabardina. Ocho y cuarto. Los bordes de los pantalones también se dejan ver, bien planchados. Un cómico y anacrónico sombrero lo corona, y nos sugiere que no es del mismo lugar que nosotros, además de evitar que nos contagiemos de la solemnidad que nos habría transmitido el glacial silencio de su propietario de no haber llevado éste tan chusco sombrero.

Un semblante que refleja dureza, una mirada con un dejo de sorpresa…una pipa que se tambalea en los labios, a punto de caerse, todavía con las sobras de tabaco que pacientemente colocó la noche anterior. Sus mejillas se ven limpias, resultado de un rasurado perfecto, pero su pelo algo encanecido parece volar un poco, como si el viento lo moviera. Ocho y cuarto.

¿En qué piensa? En este instante es incapaz de creer que sucede lo que vive, aunque tiene muy en cuenta dos elementos: la luz roja, el hecho de que son las ocho y cuarto, con veinticinco centésimas de segundo, para ser exactos. Él está en un cuarto de piso pulido y con trama de soles, astronaves y estrellas, una lámpara que emite una pálida luz verde (le recuerda su casa de niño, siempre estaba llena de plantas). La ventana está cerrada y oculta detrás de una cortina de metal brillante. Lástima, por esta zona hay una bonita vista.

Las personas que comparten el transporte con él también tienen posturas incómodas y la sorpresa es el denominador común en sus expresiones. Algunos miran hacia arriba, otros hacia la ventana que no deja ver nada y tal vez por eso no es una ventana, pero uno ya lleva una lágrima en la mejilla. Todos en silencio. Todos preocupados.


Además de la lámpara, el reloj y el foco rojo, hay algo que brilla cerca de él. Es una pantalla que muestra la imagen de la Vía Láctea y una línea atravesándola. También tiene algo que parece una señal de emergencia. Quizás por eso están preocupados todos los pasajeros.

Aunque tal vez la preocupación verdadera de Belisario es que está a veinte centímetros del suelo, lo que significa que ha habido una falla en la gravedad artificial de su nave tras el último salto antes de llegar al planeta donde él trabaja...y es posible que le preocupe aún más el hecho de que ese reloj diga que son las ocho y cuarto. Las ocho y cuarto del 6 de diciembre de 2170.

Que el reloj indique la hora de un día a siglos de distancia de nosotros no es el problema, pero sí lo es que haya marcado la misma durante los últimos millones de años. O que él lleve el mismo tiempo cayendo al suelo. Ahora comprendemos su soledad cósmica: millones de años han pasado desde que murieron sus familiares, millones desde que desapareció la humanidad, desde que nuestro Sol consumió su hidrógeno. Incluso desde que existió una conciencia en el universo. Tan alejado de todo, incluso del tiempo. Un instante dura toda la eternidad.

Ahora sabemos que lo preocupante, lo pavorosamente perturbador, es que lo que hay detrás de esa ventana es algo que ningún ser humano podría presenciar, pues nos es vedado ver el indescriptible paisaje de un hoyo negro.

Si pudiéramos estar ahí, contemplándolos, nos preguntaríamos si son conscientes de todo el tiempo que ha pasado, si se han vuelto locos por esto, o si lograron resignarse a contemplar la misma cabina desde la misma posición mientras la historia se convertía en verdaderamente universal, se formaban y caían imperios galácticos y las corrientes de la historia se avivaban, avanzaban, retrocedían, pero, como todo, al final del tiempo. O tal vez apenas han pasado dos segundos para Belisario y los otros.

Briseño Martínez Fernando. “El reloj marca las 8:15”. Revista ¿Cómo ves?, año 8, no. 85, diciembre 2005, pp. 32-33.

NOTA: Cuento ganador del concurso “Cuentos de Ciencia Ficción, Año Internacional de la Física 2005” en la categoría de jóvenes escritores. Este concurso fue organizado por la UNAM.

lunes, 18 de agosto de 2008

Como agua para chocolate

Título: Como agua para chocolate
Autor: Laura Esquivel
Año: 1990
Editorial: Planeta Mexicana
País: México
Páginas: 244

Resumen: Con la singular frase escrita en la primera página: “A la mesa y a la cama solo una vez se llama” empieza a narrarse la pasión que puede provocar la combinación de la comida con el amor; aquí se aplica perfecto también la frase: “Al hombre se le conquista por el estomago”.

Fragmento favorito: A pesar del tiempo transcurrido, ella podía recordar perfectamente los sonidos, los olores, el roce de su vestido nuevo sobre el piso recién encerado; la mirada de Pedro sobre sus hombros… ¡Esa mirada! Ella caminaba hacia la mesa llevando una charola con dulces de yemas de huevo cuando la sintió, ardiente, quemándole la piel. Giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Pedro. En ese momento comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo. Era tan real la sensación de calor que invadía todo su cuerpo que ante el temor de que, como a un buñuelo, le empezaran a brotar burbujas por todo el cuerpo—la cara, el vientre, el corazón, los senos—Tita no pudo sostenerle esa mirada y bajando la vista cruzó rápidamente el salón hasta el extremo opuesto…

Comentario: Quienes ya vieron la adaptación al cine de esta obra, notaron que es casi idéntica al texto del libro, no se perdió ni un pequeño detalle que le restara “sabor” a esta bella historia de amor, y es que la misma autora de la novela fue la encargada de adaptar el guión de su propia obra. Es una novela cursi para muchos y subliminal para otros.

Novela guerrerense

Título: Boquerón
Autor: Fernando Jiménez Medina
Año: 2006
Editorial: Universidad Autónoma de Guerrero y Quadrivium editores
País: México
Páginas: 109

Resumen: A través de Boquerón, desde las montañas guerrerenses, Fernando Jiménez narra una historia de amor; en ella se mezcla el paisaje tradicional con la riqueza cultural característica del estado de Guerrero. En esta novela se narra el romance entre un maestro rural y la hija del comisario municipal, separados por las clases sociales a las que pertenecen; además prevalecen las costumbres machistas y racistas de las que son propias la mayoría de la provincia mexicana.

Comentario: Es una alegría poder contar con libros como este, ya que nos demuestran que Guerrero puede aportar escritores capaces de regalarnos excelentes obras de la literatura; otro punto a su favor, es que habla precisamente de Huamuxtitlán, el lugar donde se lleva a cabo esta historia, aunque claro, la realidad de los acontecimientos se funde con la fantasía agregada por el autor. Creo que mi parte favorita es cuando en plena fiesta del Barrio del Rosario (principios de octubre), en un jaripeo, el temible toro “El Matrero” enloquece al tratar de ser montado, corneando a la concurrencia, causa un gran destrozo, trata de liberarse del incauto jinete que lleva en el lomo, con notable esfuerzo lo logra hacer, al ensartarlo justo en el corazón en la puntiaguda rama de un zazanaco, muriendo al instante. La furia del animal no termina ahí, llega a la iglesia de la Virgen de la Asunción y destroza tres santos y un candelabro de cirios encendidos que incendia el recinto dejando el edificio semidestruido…lo demás tendrán que descubrirlo ustedes mismos.


Como no tengo otra forma de encontrarlo aunque sea por este medio quiero agradecer su ayuda, el pasado 15 de diciembre de 2016 tuve el gusto de conocerlo en la prepa 1, iba con un grupo de maestros, entre ellos mi papá y el profr. Indalesio, todavía no se soluciona por completo el problema pero al menos nos dieron otras opciones que se verán regresando de vacaciones, felices fiestas y gracias.

domingo, 17 de agosto de 2008

Novela japonesa

Título: Kitchen
Autor: Banana Yoshimoto
Año: 1991
Editorial: Ediciones Tusquets
Colección: Andanzas
País: España
Páginas: 206

Resumen: Mikage Sakurai queda absolutamente sola cuando se le muere su abuela, ella se refugia en la cocina, pues sólo ahí se siente a salvo; pocos días después conoce a Yūichi, un chico simpático que le sugiere irse a vivir con él y su madre Eriko a su departamento que está justo enfrente de donde vive. Solo que su madre, a pesar de ser hermosa y acogedora, en realidad no es una mujer, es un hombre que pasó a ser mujer cuando la verdadera madre de Yūichi perdió la vida. Esta historia se desarrolla entre ordenadores, electrodomésticos y sobre todo alimentos y guisos orientales.

Comentario: Para quienes están familiarizados con la cocina oriental, no les será difícil que se les antoje saborear todos los platillos que aquí se mencionan; para quienes como yo, hemos probado solamente el sushi, tendremos que conformarnos con imaginarse el sabor. A mi parecer, esta novela es algo “floja”, siento que le faltó algo; aún así está bien lograda la idea central de mostrarnos cómo la gente de un país globalizado, cae irremediablemente en la soledad.

El maravilloso mundo de Ray Bradbury

Título: Crónicas marcianas
Autor: Ray Bradbury
Año: 1984
Editorial: Minotauro
País: Argentina
Páginas: 244

Resumen: Los avances científicos y tecnológicos, hacen de la Tierra, un lugar con mayores comodidades; pero esta es una arma de doble filo, los precios que debemos pagar son más altos que los beneficios que nos proporciona; contaminación ambiental y guerras son muestras de cuánto podemos destruirnos entre nosotros y todo lo que nos rodea. Muchas personas reflexionan sobre esto y deciden volver a empezar en otro lado, lejos de los problemas de la Tierra, buscar otro planeta habitable, Marte es el planeta perfecto. El libro en sí, nos muestra una serie de capítulos sobre diferentes personas que buscan una nueva oportunidad de vida, cómo se empieza a poblar un planeta aparentemente extinto, sin vida. La gente que llega a Marte, no quiere lidiar con las leyes o protocolos de la Tierra, porque provocaría el mismo caos del que escaparon.

Fragmento favorito: Todo el capítulo de "Vendrán lluvias suaves".

Comentario: Es mi libro de ciencia ficción favorito; lo podrás notar en la imagen escaneada de la portada que te muestro, está algo blanquizca a los lados y en la parte inferior se doblo un poco, debido a tanto que lo leo. Bueno, hablando del autor; Ray Bradbury nos fascina con sus narraciones fantásticas, casi poéticas, no en balde es uno de los mejores escritores sobre este género literario; mediante este viaje de ensueño, hace una crítica a la sociedad misma en la que vivimos; nos hace pensar que los seres humanos, donde quiera que vayamos, causaremos algún mal, que un planeta entero no nos es suficiente; en cierta manera tiene razón, llevamos un ritmo de vida tan acelerado, que nos es difícil cambiarlo, necesitamos todos los nuevos inventos que se han creado y a veces, queremos más y más; habrá un momento en que nuestro planeta no pueda ya albergarnos, y al igual que nuestro sistema inmunológico, para seguir subsistiendo, buscará la manera de eliminarnos; esto es solo un dicho, porque nosotros mismos hemos causado este catástrofe, más bien, nos dará la estocada final. No estoy exagerando, por desgracia estamos siguiendo este camino.


Título: De la ceniza volverás
Autor: Ray Bradbury
Año: 2002. Primera edición
Editorial: Minotauro
País: Barcelona
Páginas: 197


Resumen: La casa habitada por la familia Elliott, es el refugio para muchos fantasmas que se debilitan porque la gente ya no cree en ellos. Timothy, es un niño mortal, el bebé que adoptó la Dama Oscura y su esposo; alguien lo dejó en la puerta de la casa, con el Usher de Poe como almohada y un volumen de Shakespeare en los pies y con una nota pinchada en la bata: HISTORIADOR El habitante más pequeño de la casa, de solo diez años de edad, no solo tendrá la tarea de escribir sobre su rara y nueva familia, también será testigo de la desaparición de la misma. Por momentos lírica, punzante y estremecedora, "De la ceniza volverás" es la novela que Ray Bradbury escribió a lo largo de más de cincuenta años, a partir de sus primeros cuentos sobre la familia Elliot. Un libro de fantasía deslumbrante y lleno de humor que figurará entre sus obras maestras.


Fragmento favorito: Cecy voló por el aire, sobre los valles, bajo las estrellas, por encima de un río, de una laguna, de un camino. Voló invisible como los vientos del otoño, fresca como el aliento del trébol que crece en los campos a la luz de las estrellas. Se elevó en bandadas de palomas tan suaves y blancas como el armiño, se detuvo en los árboles y vivió en las hojas, que cayeron en tonos de fuego cuando sopló la brisa. Se posó sobre una rana verde lima, fresca como la menta, junto a un charco iluminado. Trotó en un perro lleno de abrojos y ladró para oír el eco en las paredes de distantes graneros. Vivió en fantasmas de dientes de león o en brumas fragantes y claras que se alzaban de la tierra olorosa.
Adiós al verano, pensó Cecy. Esta noche estaré en todas las cosas vivas del mundo.
Entonces habitó los esbeltos grillos de los caminos cubiertos de brea y más tarde se salpicó de rocío sobre un portón de hierro.
—Amor—dijo. ¿¡Dónde está mi amor!?

Lo había dicho en la cena. Y sus padres se habían quedado rígidos en su silla.

— Paciencia—le aconsejaron—. Recuerda que eres extraordinaria. Toda la familia es rara y extraordinaria. No debemos casarnos con la gente común. Si hiciéramos eso, perderíamos nuestra alma oscura. No querrás perder la capacidad de viajar a tu albedrío, ¿verdad? Entonces, ten cuidado. ¡Cuidado!

Pero, en su dormitorio del desván, Cecy se había puesto perfume y se había tendido, temblorosa e inquieta, en su cama con dosel, mientras una luna del color de la rosa blanca se elevaba sobre el campo de Illinois, convirtiendo en crema los ríos y en platino los caminos.
— Sí—suspiró—. Pertenezco a una familia rara y por las noches vuelo como los murciélagos negros. Puedo vivir en cualquier sitio: en un guijarro, un azafrán o una mantis religiosa. ¡Ahora!

El viento la llevó sobre los campos y los pastizales.

Vio las cálidas luces de las pequeñas casas de campo y las granjas, que brillaban con colores crepusculares.

Si no puedo enamorarme porque soy rara, pensó, ¡entonces me enamoraré a través de otra persona!

En el patio de una granja, en la noche fresca, una chica de pelo oscuro, de no más de diecinueve años, sacaba agua de un profundo pozo de piedra, cantando.

Cecy cayó, hoja muerta, en el pozo. Se quedó tendida en el tierno musgo del fondo, mirando hacia arriba en la fresca oscuridad. Luego se agitó en una ameba invisible. ¡Luego, en una gota de agua! Por fin, sintió que, en un jarro frío, la chica se la llevaba a los labios cálidos. Mientras ella bebía, se oyó un suave sonido nocturno.

Cecy miró afuera desde los ojos de la joven.

Había entrado en la oscura cabeza, y a través de los ojos brillantes veía las manos que tiraban de la tosca soga. A través de los oídos, oía el mundo de la joven. A través de la delicada nariz, olía su universo particular y sentía que este corazón especial latía, latía. Sentía que la lengua extraña se movía cantando.

Comentario: Este libro está lleno de magia, aventuras, suspenso y humor; a pesar de los años, Bradbury no pierde esa frescura en sus historias, sin duda, está entre los mejores escritores de ciencia ficción que he leído.
Aunque el autor habla de que la gente ya no cree en fantasmas, espíritus o en monstruos; la idea de su fin es imposible de creer, sería como dejar de festejar Halloween o el día de muertos, tradición prehispánica tan nuestra, tan mexicana. Los del más allá son también del más acá, son parte esencial de una cultura, como olvidar a la leyenda de la llorona que perdió a sus hijos o la sirena de la laguna de aquí (Huamuxtitlán) que llama a los hombres para que se la lleven, pero no tienen que voltear hacia atrás porque son “tragados” por el agua de dicha laguna.
Afortunadamente, existen obras maestras como ésta, que no dejarán que el polvo del olvido arrastre con ellos.

viernes, 15 de agosto de 2008

Vampiros

Título: Historias clásicas de vampiros y vampiras
Autor: Editores Mexicanos Unidos
Año: 2003
Editorial: Editores Mexicanos Unidos
Colección: Serie terror
País: México
Páginas: 155

Resumen: Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha sentido fascinación por lo extraño y desconocido; por las leyendas de aquellos seres nocturnos, bebedores de sangre, las almas errantes, los de la “vida” eterna. Este libro reúne extraordinarias historias sobre estos emblemáticos personajes de la noche; donde escritores de la talla de Dumas, Goethe, entre otros, narran el romanticismo de vampiros clásicos, generalmente miembros de la realeza, por lo que podrían considerarse como “asesinos con clase”, ya que a sus víctimas antes de beberles la sangre; las seducen, conquistan y luego…las matan. Perversos, calculadores, ágiles, son sólo algunas de las cualidades que los caracterizan.

Comentario: A mi parecer, un vampiro se asemeja más a un felino que a un murciélago; los felinos son elegantes, educados, bellos, juegan con su comida (sus presas) antes de devorarla, además son nocturnos… mientras que los murciélagos sólo son esto último. Los misteriosos seres de la noche también tienen su lado romántico, y este libro es solo uno que prueba esto. ¿Por qué resistirse a los encantos de un apuesto y educado hombre que te ofrece la vida eterna?



Título: Drácula
Autor: Bram Stoker
Año: 2005
Editorial: Televisa, Cordillera y Dorling Kindersley
Colección: Series Clásicos juveniles
País: México
Páginas: 64

Resumen: Jonathan Harker (uno de los personajes principales) viaja por motivos de trabajo al castillo del Conde Drácula, ubicado en Transilvania; más no sabe todo lo que le espera en ese tétrico lugar.

Comentario: Esta es una moderna adaptación de un clásico de la literatura universal; de manera clara y concisa, se relata la historia del vampiro más famoso del mundo. Mediante el uso de fotografías, dibujos y datos curiosos nos adentramos al mito más impresionante que se haya escrito, que aunque se publicó hace ya un siglo, sigue causando conmoción en quien lo lee; por ejemplo, los más aficionados buscan el castillo en el que vivió, esto es solo una muestra de lo que provoca una leyenda de tal magnitud; por todo lo que representa, este relato no morirá jamás.

Aventuras marinas

Título: 20 000 leguas de viaje submarino
Autor: Julio Verne
Año: 2005
Editorial: Televisa, Cordillera y Dorling Kindersley
País: México
Colección: Series Clásicos juveniles
Páginas: 64

Resumen: El profesor Aronnax, Consejo y Ned Land se embarcan en el majestuoso submarino del capitán Nemo, llamado Nautilus, jamás se imaginarán que están a punto de emprender el más fantástico viaje de sus vidas.

Comentario: Excelente adaptación de un clásico de la literatura de ciencia ficción, con un lenguaje claro y detallado, además cuanta con ilustraciones a color, fotografías, datos históricos, un corte transversal del Nautilus y un mapa detallado de la travesía; nos invita a conocer el asombroso mundo submarino. ¡Buen viaje!

Mar

¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.



José Gorostiza